Los amores oscuros by Manuel Francisco Reina

Los amores oscuros by Manuel Francisco Reina

autor:Manuel Francisco Reina [Reina, Manuel Francisco]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788499981611
editor: Grupo Planeta
publicado: 2012-05-21T22:00:00+00:00


XIV

La primavera tomó definitivamente el solaz de sus meses, con un abril que llenaba los jardines, incluso en la urbanita capital de Madrid, de almendros y cerezos en flor. Con cierta rutina conseguimos ahuyentar los malos aunque bienintencionados presagios de Madame Étoiles. Ella regresó a las brumosas tierras de sus parientes, en la Gran Bretaña, para partir luego, como nos participó, a los Estados Unidos. Algún amigo común nos envió una tarjeta con sus letras, con unas palabras subrayadas: «Os espero». Fue tan amable como desazonador. Pero al final, la mejor vacuna contra aquellas prevenciones fue volver a nuestra pasión, cotidiana pero no por ello monótona. Todo lo contrario. Cualquier pequeña cosa era un pretexto para la alegría entre nosotros, y sentíamos que, fuese donde fuese y como fuese, seguiríamos juntos.

Luis Rosales nos mandó la selección de lo que iba a ser su primer libro de poemas, que proverbialmente se llamaba como aquel mes: Abril. Lo preparaba para la revista Cruz y Raya, que dirigía José Bergamín. Federico lo leyó con gusto y me recitó más de un texto, como el titulado «Memoria de tránsito», que tomaba como cita aquellos versos maravillosos de la comedia de Federico «herido de amor huido». Aquel era un homenaje evidente a su buen amigo granadino, y una confesión de admiración y afecto, en la que reconocía el magisterio de García Lorca. Creo que ninguno de los que tuvimos la suerte de conocerlo, más en mi caso, que alcancé la dicha de amarlo y de ser correspondido, quedamos ilesos de su presencia. Mucho más cuando nos arrebataron aquella luz para siempre. Aquella risa y aquel encanto preñado de talento.

Federico, muy socarrón, le envió una nota que me pasó antes de cerrar el sobre, en la que como broma y confidencia le puso a Rosales:

«Me alegra saber que te has curado de esa gripe de Pedro Salinas. Mucho mejor citar a san Juan de la Cruz. Por cierto: ¿quién es ese García Lorca?, ¿otro pesado profesor tuyo? Aunque el verso no está mal…».

El propio Federico había dejado corregido para la edición en la misma revista de Bergamín, Cruz y Raya, su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Confiaba mucho en el talento y la capacidad de Bergamín, un discípulo aventajado de Juan Ramón Jiménez para todo, y le daba mucho gusto saber que su propio discípulo, su paisano Luis Rosales, compartiría páginas con él mismo. A modo de confidencia me contaba que el padre de Bergamín había sido el presidente del Cantón de Málaga durante la Primera República, y que su madre, fervorosa católica y comunista, hacía verdaderos equilibrismos ideológicos para armonizar ambas creencias. Luego, con su ingenioso sentido del humor y su agudeza, deslizó más de una idea sobre lo cercana que estaban tal ideología y aquella religión, por mucho que se empeñasen ambas y sus seguidores en tomar distancia.

La verdad es que nunca atisbé en Federico, a pesar de ser muy crítico, recelo alguno o envidia sobre sus contemporáneos. Creo que estaba muy seguro de



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